jueves, 14 de abril de 2011

Introducción

La lingüística nació del estudio de la superfamilia de las lenguas indoeuropeas (cerca de la mitad de la población mundial tiene por lengua materna una lengua indoeuropea). En los últimos dos siglos, los lingüistas han reconstruido el vocabulario y la sintaxis del proto-lenguaje indoeuropeo.

Las primeras investigaciones ubicaban su origen en Europa, desplegando rutas migratorias por las cuales las lenguas hijas habían evolucionado hasta agruparse en dos ramas bien definidas: una oriental y otra occidental.






Aquí mostramos las distintas migraciones que se producen:

- Hacia el este nos encontramos con tres ramas; una, va dirigida hacia Asia central, otra hacia India y, la última hacia Irán.

- Hacia el oeste hay dos ramas principales: una que va directamente desde Anatolia (actual Turquía) hacia Grecia, y la otra da la vuelta al mar Caspio; la última rama ha sido la que ha dado lugar al origen de la mayoría de los idiomas occidentales.

Las familias lingüísticas tienen un origen común, pues derivan de un lenguaje ancestral hipotético o proto-lenguaje, del cual no quedan pruebas tangibles por haber surgido antes de la invención de la escritura.
Recientes trabajos indican que el proto-lenguaje se originó hace más de 6.000 años en la parte oriental de Anatolia, y que algunas de las lenguas hijas fueron diferenciándose a través de las migraciones que las llevaron primeramente hacia el Este y luego hacia el Oeste.

Los lingüistas buscan correspondencias gramaticales, sintácticas, léxicas y de pronunciación entre los idiomas conocidos, a fin de reconstruir sus predecesores inmediatos, y por último, la lengua originaria.

Los lenguajes del mundo se agrupan en una quincena de familias basándose en su similitud gramatical, sonora y, sobre todo, de vocabulario. Este último es decisivo pues determinados grupos de palabras (números, parentesco, partes del cuerpo, ciertos adjetivos, ciertos verbos) son más resistentes al cambio y se preservan con relativamente pocas modificaciones, incluso después de milenios de evolución. Los sonidos son más estables al cambio que los significados. Al analizar el vocabulario, es fundamental, aunque no siempre es fácil diferenciar entre cognados y préstamos; los primeros son verdaderos parientes ya que descienden de un precursor común, en cambio los segundos son hijos adoptados de otra lengua.

Las lenguas vivas admiten la comparación directa entre sí; las muertas que han sobrevivido en forma escrita generalmente pueden ser vocalizadas por inferencia, a partir de datos lingüísticos internos. Pero las lenguas muertas que nunca fueron escritas solo pueden reconstruirse por comparaciones entre sus descendientes y proyectándose hacia el pasado con la atención puesta en las leyes que rigen los cambios fonológicos que hemos citado con anterioridad.

Los primeros estudios trataron sobre las lenguas que les eran más familiares a los lingüistas europeos: las pertenecientes a las familias Itálica, Céltica, Germánica, Báltica y Eslava (desde el siglo XVI los viajeros europeos habían detectado la afinidad entre estas lenguas y las "arias" de la lejana India.

Los lenguajes indoeuropeos no tienen todos el mismo grado de parentesco por lo cual es posible agruparlos en varias ramas:

1. Germánica: alemán, inglés, lenguas escandinavas (excepto el finlandés) y sus precursores.

2. Itálica: el latín y sus descendientes incluyendo portugués, español, catalán, provenzal, francés, italiano, rumano.

3. Báltica: lituano y letón, además del extinto prusiano.

4. Eslava: ruso, ucraniano, polaco, checo y serbo-croata, entre otros.

5. Céltica: irlandés, escocés, galés y bretón y varias lenguas continentales extintas.

6. Helénica: sólo compuesta por el griego.

7. Albanesa: sólo compuesta por el albanés

Considerando el número de hablantes, la mayor de las familias lingüísticas es, en la actualidad, la Indoeuropea. Comprende, aparte de la gran mayoría de las lenguas europeas que ya hemos citado, ciertas lenguas asiáticas que os mostramos a continuación:

1. Anatólica: todos los miembros de esta rama se han extinguido. Incluían el hitita, luvio, palaico y sus descendientes: licio, cario y lidio.

2. Armenia: sólo compuesta por el armenio.

3. Irania: persa, tajik, kurdo, pashto, baluchi y varios lenguajes extintos entre los que se cuenta el avéstico (testimoniado en el Avesta, el libro sagrado de la religión irania antigua).

4. Indica: el sánscrito y sus descendientes.

5. Tocárica: tocáricos A y B, ambos extintos, cuya evidencia se encuentra en algunas ciudades-oasis de la Ruta de la Seda en el Turquestán chino.

William Jones propuso en 1786 que todas ellas podrían llegar a compartir un antepasado común; a esto se le denominó “hipótesis Indoeuropea”. Para reconstruir el lenguaje indoeuropeo, los primeros lingüistas se basaron en una ley enunciada en 1822, la cual se denominaba Lautverschiebung (o del cambio de sonido). Esta ley postulaba que los grupos consonánticos van sustituyéndose unos a otros a lo largo del tiempo en forma regular y predecible.

Las reglas de esta ley se utilizaron para reconstruir un vocabulario indoeuropeo que reflejara como vivían quienes lo hablaban. Las palabras de ese vocabulario describían paisajes y climas que los lingüistas situaron en Europa, en la región comprendida entre los Alpes y los mares Báltico y del Norte. Los datos más recientes, en la actualidad, ubican el probable origen de la lengua indoeuropea en la parte occidental de Asia. Las investigaciones realizadas hasta ahora, de tipo arqueológico y lingüístico, incluyen docenas de lenguas antiguas, desde la actual Turquía hasta países alejados (por ejemplo, en el Turquestán).